¿De animales a dioses?

Amira Corrales 

Dentro del catálogo del patriarcado, existe un patrón a seguir sobre cómo ser hombre: el de las masculinidades hegemónicas que es un rudimentario instrumento para perfeccionar hombres en la violencia y el dominio hacia las mujeres, personas homosexuales, otros hombres que no cumplan el estándar y a ellos mismos. Este fenómeno se comenzó a estudiar a inicios de los ochentas en los países occidentales, sin embargo, el proceso ha sido de lento aprendizaje primero para conocerse a sí mismos y luego para cambiar el modelo masculino de poderío hacia masculinidades más pacíficas y armónicas con ellas, ellos y su entorno, llamadas nuevas o alternativas masculinidades. Mientras que en la identidad dominante a los varones se les enseña que la violencia es normal cuando defiendes tu hombría, a tu hembra y a tus ideales, no importa si maltratas, dañas o matas, lo importante es cumplir con el mandato social machista. Un ejemplo reciente lo vemos en la violencia ejercida por el actor estadounidense Will Smith, quien sintió la necesidad de proteger a “su” hembra de los comentarios burlones del conductor en turno, Cris Rock, en la reciente entrega de los óscares hollywoodenses. Smith a la tradicional usanza de la masculinidad hegemónica, cuando vio que a su esposa no le pareció la broma del comediante, subió al escenario durante la transmisión en vivo y le dio una bofetada a su camarada quien quedó asombrado de tal reacción. Después inflando su pecho lleno de testosterona, dio unos cuántos gritos. El mundo está cansado de la violencia y más cuando no tiene sentido. Las consecuencias de sus actos machistas son estrictas, como no pertenecer más a la Academia que le dio el óscar al mejor actor esa noche y a no acudir a la gala de este premio por 10 años. Esto hubiera sido impensable en los setentas, cuando se consideraba a la expresión violenta parte natural del macho. En este país, otro lamentable ejemplo: un tipo de casi 40 años, golpea a un joven de 15 por una discusión en una fiesta y lo mata. El primero duerme ya en la cárcel.

 

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