Enseñanzas

Lyzandro Herrera

1.- Los antiguos creían que la vida era espíritu y la materia sólo un vehículo para su evolución. La resurrección -según Manly P. Hall- “…testificó la completa victoria del espíritu sobre la materia. El místico acepta la resurrección como la evidencia de la victoria de la vida en su interior…” Ello puede ser también simbolizado como el espíritu universal atravesando la materia, purificando y liberando.

2.- La ley de oro, común a todas las religiones dice: “Trata a los demás como querrías que te trataran a ti”. Esta es una forma de alquimia del amor, en la que un proceso espiritual es detonado por el servicio desinteresado, sin otra motivación que la compasión.

3.- La experiencia mística está disponible para todos, pero cada quien debe efectuarla por su propio mérito. La “salvación de las almas” es el acto esencial del proceso humano, es decir, una realidad interna, omnipresente. La salvación del alma no ocurre en un futuro a través de una intercesión externa, sino en una identificación presente con la divinidad. Más que una acción proyectada en el tiempo, es una percepción o una realización de la naturaleza intrínseca. Para los alquimistas Cristo era el símbolo de la piedra filosofal o del alma perfeccionada, también simbolizada en un fénix, el ave que renace de sus propias cenizas. Los diferentes procesos de transformación de la materia para conseguir el oro son símbolos de un proceso de transformación de la sustancia material para la expresión y liberación del poder espiritual.

4.- Para evolucionar espiritualmente debemos “morir”. De aquí que este morir sea una purificación, una separación de lo impuro de lo puro, algo que para Sócrates era esencialmente la labor filosófica. Podemos tomar esto como una muerte simbólica en vida, un descender al inframundo y hacer consciente lo inconsciente a través de procesos de purificación e iniciación o también como un entrenamiento para morir a través del saneamiento moral para llegar a la muerte como quien cruza una frontera. Es cuanto.