Juntos hacemos historia

ANDRÉS TORRES AGUIRRE

De acuerdo con las tendencias electorales preliminares, Julio Menchaca será el próximo gobernador de Hidalgo y el primero, en 93 años, postulado por un partido diferente al PRI.

Las autoridades electorales resolverán el conteo oficial el próximo miércoles y hasta entonces será oficial la victoria de candidato común de Morena, PT y PNAH, pero todo indica que no habrá cambios.

La alianza PAN, PRD, PRI anunció desde los días previos a la jornada electoral de ayer que acudiría a los tribunales en donde interpuso decenas de denuncias por supuestas irregularidades cometidas por el abanderado de “Juntos hacemos historia” y sus simpatizantes.

En entregas anteriores hable sobre los posibles escenarios que se presentarán para los hidalguenses luego de la renovación de la gubernatura. Me preguntan aún, ¿qué tan a fondo serán los esperados cambios que prometió “Menchaca el candidato”?

Pero antes de eso, hay que subrayar un problema muy grave, desde mi óptica, que nos afecta a todos los ciudadanos del estado y es la abstención. Traducido al diario acontecer de nuestra sociedad la baja participación en las urnas es un fracaso. Desde hace unos días las autoridades electorales hablaban de un 40 por ciento de participación estimada para ayer domingo y parece que no se equivocaron. Desafortunadamente ni los cuatro candidatos repartidos en ocho partidos, consiguieron generar suficiente interés entre la ciudadanía hidalguense como para llevarlos a las casillas. Tampoco los empeños del IEEH fueron suficientes para incentivar a la ciudadanía lo que pone a revisión la idea de realizar tres debates regionales, cumplir con 60 días de campaña y asignar casi 50 millones de pesos para gastos.

Entre los especialistas electorales siempre se dijo que a menor participación mayor posibilidad de triunfo para el PRI. Era este partido el que contaba con un “voto duro” inserto en la burocracia estatal y en las organizaciones campesinas. Desafortunadamente para los tricolores, los últimos seis años esas estructuras fueron desmanteladas, olvidadas y traicionadas al grado que 10 horas de votaciones fueron suficientes para acabar con 93 años de hegemonía tricolor.

Julio Menchaca será gobernador con un porcentaje bajo de participación, pero a cambio, su triunfo tiene un significado social y político mucho más importante porque representa el fin de una era que marcó -para bien o para mal- a decenas de generaciones de hidalguenses.

Si de números hablamos, en el comportamiento electoral de los ciudadanos hidalguenses la única constante desde hace 21 años era el triunfo de los priistas.

En 1999, Manuel Ángel Núñez ganó la elección con 325 mil votos; en 2005, Miguel Osorio logró vencer con 369 mil sufragios; para 2010, Francisco Olvera obtuvo 438 mil votos y en 2016, Omar Fayad alcanzó la Victoria con 524 mil votos.

En el 99 el porcentaje de votación fue del 50 por ciento; en 2005 la participación llegó a 56 por ciento; en 2010 fue de 52 por ciento y en 2016 bajó hasta el 43 por ciento.

Aún no se realizan los conteos oficiales, ni análisis profundos y más serios al proceso electoral que éste. Sin embargo, los augurios sobre una nueva etapa para la vida de nuestro estado si se cumplen, hay expectativa, deseo de progresar y muchas dudas. 

Serán el paso de los días y el actuar del virtual gobernador electo de Hidalgo, los encargados de aclarar el horizonte.

 

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