Con el tiempo y un ganchito

Andrés Torres Aguirre

Con el triunfo de Julio Menchaca, hoy gobernador electo de Hidalgo, se esperan cambios importantes en todos los sectores de la sociedad, incluidas las organizaciones políticas.

Aún no se puede dimensionar claramente qué demonios significa el fin de 93 años de hegemonía con un solo partido, ya que todas las generaciones de hidalguenses vivos, solo tenemos ese referente de la autoridad estatal y ninguno otro para contrastar.

Hace dos décadas, en una entrevista con uno de los herederos de la revolución tricolor (eterno aspirante a la candidatura al gobierno de Hidalgo), me aseguraba “ya aprendimos la lección que la ciudadanía nos dio en el 2000”: Habían pasado ya dos años y meses de su derrota con Acción Nacional en la elección presidencial y los priistas se preparaban para una nueva elección intermedia.

En aquellos lejanos años, todos se equivocaron en sus previsiones, augurios o adivinaciones respecto al futuro del priismo en México. Para muchos era el principio del final, una condena a la extinción y para otros era una oportunidad de renovación, ajustar las miras hacia las nuevas condiciones del país, un llamado de atención para desterrar prácticas como la corrupción.

Tan difícil, aventurado e inútil es tratar de predecir es predecir futuro que hoy el PRI es aliado del PAN. Aseguran que en 2024 irán en candidatura común por la Presidencia.

Tal vez el enfoque del problema no debe plantearse desde la perspectiva de una constante renovación y presunta mejora de los organismos políticos para que cada tanto, la ciudadanía decida a cuál apoyar.

Quizás el planteamiento debe ser la desaparición del sistema de partidos en México, retirar los financiamientos públicos y construir nuevas plataformas para elegir a nuestras autoridades con canales más eficientes en la rendición de cuentas, incluso la verdadera posibilidad de despedir a los malos servidores públicos.

Vivimos tiempos de cambios y los cambios generan incertidumbre, pero también expectativa. En una sociedad como la hidalguense donde prácticamente todo se relaciona directa o indirectamente con los presupuestos públicos, estos vaivenes sexenales tenían (después de nueve décadas de ensayo-error), sus protocolos que hasta ayer seguían vigentes. 

Coincido que el proyecto del nuevo gobernador será, según el caso, de corto, mediano y largo plazo, pero indiscutiblemente a partir del domingo, iniciaron los cambios en toda la estructura burocrática y política de Hidalgo. ¿Qué tan profundos, benéficos y trascendentes serán? Eso solo el tiempo puede responderlo.  

 

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