Duda 

Lyzandro Herrera 

La columna liberal 

Ultima parte.- Precisamente en este período de la Edad Media nacieron las universidades, la cuna del saber académico cuya base fueron las llamadas “Siete artes liberales”: el trívium que era la rama del lenguaje, compuesta por gramática, dialéctica y retórica; y el quadrivium, compuesta por aritmética, geometría, astronomía y música. Estas primeras universidades no nacieron por casualidad, fueron fundadas por los maestros de la escolástica. Entre los representantes más importantes encontramos a Santo Tomás de Aquino y al padre Abelardo. La filosofía de la duda no puede ser separada de la ciencia. A partir de la segunda mitad del siglo XIX emerge otro gran movimiento que promete la victoria sobre la duda y los dilemas humanos: la ciencia. La confianza positivista en el conocimiento científico se convierte muy pronto en una especie de fe. Hablamos de una especie de promesa para la liberación de cualquier mal y de mejora de la condición humana. Solo a comienzos del siglo XX es cuando la confianza extrema en la ciencia y en su posibilidad de conducirnos a un conocimiento objetivo también se derrumba. Se derrumba en virtud de las reflexiones metodológicas y de los descubrimientos científicos más avanzados como lo es la física cuántica. Por otra parte, la duda es un dogma dentro de la masonería donde se enseña que se debe dudar de todo aquello que no se sepa por cuenta propia, “…aquel que no piensa por sí mismo no es un hombre, es una máquina”, rezan los textos de dicha Orden. La duda es entonces el inicio de todo estudio formal de la vida. Es un ejercicio que a lo largo de la historia ha sido la piedra angular de los avances tecnológicos, científicos, filosóficos y de cualquier otro orden de conocimiento humano que no se limita a lo que solo los sentidos pueden percibir. Es cuanto.