FEMICIDIO

Lyzandro Herrera

No hay paz, ni confianza y mucho menos seguridad. Debemos protestar, con el proyecto común de ayudar a nuestros semejantes, de contribuir en nuestro planeta. Pareciera que nuestra sociedad se encuentra confundida e inmersa en la infodemia. En 2014 el término femicidio fue incluido en el diccionario de la lengua española. Citando a la activista  y escritora Diana Russell promotora inicial del concepto, explicó que: “… el femicidio representa el extremo de un continuum de terror antifemenino que incluye una amplia variedad de abusos verbales como físicos, tales como violación, tortura, esclavitud sexual  (particularmente por prostitución), abuso sexual infantil incestuoso o extrafamiliar, golpizas físicas y emocionales, entre otras.” Madres, hijas, hermanas que no regresarán, que han sido masacradas, mutiladas a manos  de algún depredador; hostigamiento laboral, escolar e incluso en el mismo hogar. Quizás la inocencia juegue un papel importante y otras, la realidad que percibimos de nuestro entorno, la crisis social. Hace falta un sistema educativo globalizado con ambientes que retomen los valores morales más esenciales; más  interés por la comunidad universal. La taza de violencia intramuros, los secuestros y la trata incrementan día a día sin que se encuentre solución al corto plazo. Las colectivas feministas han denunciado que al menos 10 mujeres son asesinadas  al día. De acuerdo con las estadísticas oficiales, durante  2021 se registraron 969 feminicidios en México,  contabilizando 1,006 víctimas lo que representa que 3 mujeres mueren a diario a causa de la violencia de género, cifras declaradas que podrían estar por debajo de la realidad.  Expresiones en carteles de manifestaciones, que pretenden crear conciencia ante lo equivoco en una “sociedad machista”. “Ni una menos”, una máxima del movimiento contra la violencia de género actual. Sin embargo, hay movimientos feministas preocupantes que bien valdría la pena analizar por alimentar esa espiral descendente de violencia y odio cuyas pintas, agresiones y destrozos atentan, también, los derechos elementales de los demás. (Agradezco a Sandra Luz Flores la elaboración de esta columna).