AMIRA CORRALES

Este principio del amor propio, el amor a una misma (si, aunque nos cueste trabajo, debemos denominarnos por nuestro género en el castellano), la autoestima alta que debemos mantener y cuidar con esmero, es la entrada a una dimensión maravillosa que nos permite disfrutar la vida sin las culpas recalcitrantes que por motivos religiosos nos enseñaron a tener desde pequeñas; entendiendo que somos dignas de los placeres, no sólo los espirituales, sino también los carnales, que no debemos alcanzarlos sólo con martirio (como el típico masoquismo mexicano), como cualquier ser humano, ya que estamos provistas de los órganos sexuales específicos para ello (clítoris, cerebro, glándulas), que nos han arrancado o mutilado culturalmente para hacernos creer que sólo los varones son dignos. Adherir este principio a nuestra vida es fundamental para ser asertivas. Esta competencia socioemocional, poco entrenada por mujeres (sí, las competencias socioemocionales también nos las enseñan de acuerdo al género que ostentamos), es la columna vertebral para defender nuestro amor propio, porque nos permite poner límites a través de una comunicación positiva, olvidándonos de la antigua enseñanza de decir a todo que sí para ser amables, sin antes escucharnos a nosotras mismas para saber qué es lo que realmente deseamos. El sí, contestación a todo porque se espera de nosotras la obediencia y la obediente no cuestiona y tampoco se niega. Ese sí que tanto daño nos ha hecho cuando va en contra de nosotras mismas, que aprendimos a decir en automático para vernos bonitas y corteses. Eso no quiere decir que debamos responder no a todo, sino más bien, aprender a oírnos, hacernos caso en lo que nos hace pensar y sentir y después responder, sin importar el compromiso o la relación que tengamos con quien nos hace la petición. De ahí nace el adagio machista sobre sino decimos que no es que sí. Tan acostumbrados están a nuestra afirmación, que ni siquiera conciben que podamos decir que no, lo que se entiende que cualquier petición la tomarán como un sí, aunque digamos que sí, o peor, que no. Por el lado que se vea, nunca ganamos.

CONTINUARÁ…

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